lunes, 7 de noviembre de 2016

Catalogo de Cavidades del Municipio de Camargo. Actuaciones Espeleológicas 1986-2002

















Historia de las investigaciones

En el norte de España las cuevas fueron utilizadas desde los primeros asentamientos humanos del Paleolítico Inferior hasta la Edad Media. En épocas moderna y contemporánea, apenas sirvieron las entradas de algunas de estas cuevas como refugio de ganado menor, infundiendo éstas gran respeto, acaso temor, a los lugareños. De hecho, en la mitología popular son identificados como divinidades malignas (los ojáncanos y las ojáncanas) seres míticos similares a los que aparecen en otras regiones, como el Polifemo de la Odisea, personificación del volcán. 

En Cantabria las primeras exploraciones en cuevas se vinculan a la investigación arqueológica. 

Pioneros de la arqueología regional, tales como J. Carballo y H. Breuil, se ocuparon marginalmente de otras disciplinas relativas al .estudio del mundo subterráneo; el primero, a la geología de las cuevas(Carballo, 1909) y el segundo a la bioespeleología (Bellés, 1987). 

Hasta los años sesenta no se comenzaron los estudios sobre el karst y sus ciencias auxiliares, con el desarrollo de la Espeleología, aunque tímidamente y de forma muy parcial. En efecto, las principales aportaciones hacen referencia a las descripciones de cavidades y a la topografía de las mismas. 

Este desarrollo a nivel regional está muy ejemplificado en el caso de Camargo, donde la historia de las exploraciones de las cuevas es muy importante, si bien muy ligada a la cuestión arqueológica. 

Las primeras investigaciones del municipio de Camargo fueron debidas a Marcelino Sanz de Sautuola, quien reconoció los yacimientos arqueológicos de las cuevas de El Mazo y El Pendo, siendo de las primeras localizadas en la Región Cantábrica. 

Por otra parte, las principales conclusiones de las investigaciones de Sautuola conciernen tanto a la trascendental cueva de Altamira, coma a las observaciones realizadas en El Mazo, donde hace una descripción muy detallada de la Mirna, con una influencia posterior muy importante (Sautuota, 1880). 

A principios del siglo XX, en la llamada "carrera de los descubrimientos prehistóricos" impulsada por H. Alcaide del Rio y L. Sierra, el territorio de Camargo juega un papel muy secundario (Madariaga,1972). Las actuaciones arqueológicas se centran en la cueva de El Mazo gracias a la labor de L. Sierra, quien realiza algunos sondeos hallando materiales de interés (Sierra, 1909; Azcuenaga, 1976). Por otra parte, H. Alcalde del Río descubre en El Pendo el panel de grabados del fondo de la cueva, con representaciones de alcas gigantes (Alcalde del Río, Breuil y Sierra, 1911). Tampoco otros investigadores como H. Obermaier y H. Breuil aportaron grandes novedades a las cuevas de Camargo, si bien ambos trabajaron en El Pendo (Obermaier, 1916). Es interesante reseñar también que el abate H. Breuil recogió fauna cavernícola en distintas cuevas de Cantabria, entre ellas la de Santiyán (Jeannel, 1910), muy próxima al municipio de Camargo (se desconoce que hiciera lo mismo en Camargo). 

Desde las primeras décadas del siglo XX hasta los años cincuenta, J. Carballo investiga en El Pendo, fundamentalmente el yacimiento (Carballo, 1927, 1933 y 1960; Carballo y Larín, 1933), realizando aportaciones muy puntuales sobre el origen del depósito y de la cueva (Carballo, 1960), que son importantes dentro del desarrollo del estudio del karst de Camargo. Este autor también trabajó en la cueva de El Mazo, donde excavó su yacimiento arqueológico (Carballo, 1922, 1924). 

Durante los años cincuenta, se llevó a cabo una excavación muy importante en la cueva de El Pendo, donde por primera vez se incorporan metodologías modernas, por parte de un equipo internacional dirigido por J, Martínez Santaolalla (González Echegaray et al., 1981). Asimismo, tiene lugar las primeras prospecciones sistemáticas de las cavidades de Camargo, a cargo del equipo de Camineros de la Diputación, dirigidos por A. García Lorenzo, orientadas a la localización de nuevos yacimientos, especialmente cavidades con arte rupestre (Muñoz et al., 1988; Montes y Sanguino, 2001). Dentro de este contexto se realizaron algunos descubrimientos de nuevas cavidades con interés arqueológico. Los trabajos de búsqueda de yacimientos fueron intensivos. Además de sondear un buen numero de grutas, se practicaron auténticos vaciados en ciertas cuevas, como en Pro Pendió II y los Caminaros (documentadas oralmente gracias a los testimonios de F. Quintana). Se localizaron los depósitos del Juyo, Agua, entre Igollo y Escobedo, y Ruso I; en todas ellas fueron realizados sondeos estratigráficos, y en el caso del Juyo I, se procedió a una desobstrucción desde la boca del rio, abriéndose una puerta cerca de la entrada primitiva (Jassens y González Echegaray,1958). 

Lamentablemente, estas investigaciones fueron realizadas con escasos criterios científicos; y salvo el Juyo, el resto de cavidades permanecieron inéditas. Tan solo de las cuevas del Ruso y Juyo, se conservo un reducido lote de materiales en el Museo de Prehistoria y Arqueología de Santander. 

Las primeras exploraciones espeleológicas de Camargo son debidas a la S.E.S.S. (Sección de Espeleología del Seminario Sautuola), creada en torno al Museo de Prehistoria y Arqueología de Santander en 1962. Desde el comienzo de su trayectoria realizo algunas exploraciones aisladas en el municipio de Camargo (S.E.S.S., 1981). 

Se ha consultado el libro de actas del grupo donde figuran manuscritas las siguientes anotaciones “En el primer acta del grupo, que firma Teodoro Palacios, se reflejan las actividades de campo realizadas en los días 12 y 27 de Enero de 1963, mencionándose las cuevas de Las Chimeneas y Mea de Abajo. En esta ultima hallaron un murciélago Rihinolophus sp. El día 9 de Abril de 1963 realizan Alfonso Pintón y Teodoro Palacios, de la S.E.S.S., otra salida a Camargo, así como Felipe Bergua y Francisco, de la O.J.E., exploran la Cueva de la Mea( una galería cortada por la cantera) y la cueva del Agua, donde realizaron la topografía. El 11 de Abril, estos mismos espeleólogos, van a las cuevas del Agua y la Mea. El 23 de Abril de 1963, A. Pinto y T. Palacios vuelven a explorar la cueva de la Mea, donde observaron un Rhinolophus sp., y hallaron una sima en la cantera de la RIs. En mayo del mismo año, A. Pinto, T. Palacios y J. A. San Miguel, realizaron una salida donde consiguieron la unión de las cuevas de la Mea de Arriba y la Mea de Abajo; realizando el plano de la cavidad. El 17 de Enero de 1965 volvieron a La Mea, señalando su interés bioespeleoloco. Hasta el domingo 29 de Octubre de 1977 no reanudan de nuevo las exploraciones en Camargo. En aquella ocasión se localizaron varias simas en Revilla, actualmente no identificadas. El 24 de febrero de 1978, en una nueva salida a Camargo participan nuevos miembros del grupo, Chechu, R. Bohigas, L. Crespo, Chus, Suarez, Charli y Antonio, quienes exploran la cueva de La Benita hasta unos 150 m de la boca. El 7 de abril de 1978, Chechu, Raúl, Oceja, Cipri y José volvieron a La Benita explorando 50 m mas por el rio de la cueva. Por último, el 13 de mayo del mismo año, Carlos y Zubieta acuden a Camargo después de haber visitado la cueva de Coventosa, en Arredondo”. Fruto de estas exploraciones, la S.E.S.S. publica un importante trabajo II Avance al catalogo de cavidades de la provincia de Santander (Begines y Gómez, 1968). 

En el catalogo únicamente se relacionan 10 cavidades, aunque especifican que las cuevas de la Mea pudieran ser la misma cavidad (Begines y Alfonso, 1968). De las cavidades catalogadas la de El Pendo era muy conocida desde finales del siglo XIX y las cuevas del Juyo, Ruso I y Agua, habían sido reconocidas con anterioridad por el equipo de Camineros de la Diputación, aunque únicamente la cueva del Juyo habla sido publicada. Es de destacar la ausencia de la cueva de El Mazo, quizás debido a que hasta su redescubrimiento, a finales de los setenta por el C.A.E.A.P., se daba por destruida. 

En la gruta del Agua indican un desarrollo de 235 m, con dos galerías de tipo gravitacional sin circulación activa de agua, donde detectaron la presencia de una colonia de murciélagos de la especie Rhinolophus euryale . Se catalogan las cuevas de La Mea de Arriba y Mea de Abajo corno dos cuevas distintas, posiblemente recorridas en su totalidad por el mismo curso de agua, como posteriormente fue demostrado; la de Arriba, de 189 m de desarrollo, y la de Abajo, de unos 80 m. Estos datos son muy poco precisos, especialmente los referidos a La Mea de Arriba, cuya descripción se resume en una sucesión de tres galerías superpuestas, las dos más altas fósiles. Consideran también las cuevas del Ruso I y II, señalando que la primera medía 32 m de longitud y la segunda, 25 m, cuando en realidad eran mucho más cortas. Asimismo, mencionan la cueva de Jesús El loco, personaje del pueblo bastante conocido por cierto, a la que atribuyen un desarrollo de unos 25 m, siendo también mucho más reducida. Se citan además las cuevas de la Cantera y Vaguada, ambas en lgollo; de la primera, activa, se exploraron únicamente 45 m, y la segunda, fósil de 69 m desarrollo. Esta última pudiera tratarse de la cueva del Camino del Ruso I, que es mucho más corta. 

En las exploraciones del Seminario Sautuola participaron algunos miembros destacados del grupo, como A. Moure, V. Gutiérrez Cuevas, J. Peñil y F. Ruir. Así , se prospectaron las cuevas del Alto del Peñajorao, Ruso I, Ruso IV, El Pendo y Mapa, y se sondearon algunas otras como por ejemplo la cueva del Mapa VI (Moure, 1970; Muñot et al, 1992; Rasines, 1986-88; Rincón, 1981, 1985; S.E.S.S., 1981). 

En la cueva de El Pendo la actuación fue casual y de carácter puntual: el hallazgo de un cráneo humano asociado a algunas vértebras así como un fragmento de cerámica dedada, recogidos en la gran rampa del fondo de la sala (Rasines, 1986-88). 

El resto de las investigaciones tuvieron mayor interés. La primera, en la cueva del Alto del Peñajorao; casualmente hallada al intentarse localizar la cueva de Covalejos (S.E.S.S.,1981), situada a varios kilómetros, en el pueblo de Velo (Piélagos), cuya ubicación era desconocida desde mediados del siglo XX. En ella se practico una excavación utilizando metodología moderna, con el cribado de los sedimentos. El resultado de estas investigaciones desemboca en una pequeña monografía realizada por A. Moure Romanillo (Moure, 1970). 

Las intervenciones en las cuevas del Ruso y Mapa merecen un especial comentario, así la primera, fue repetidamente excavada por parte del Seminario Sautuola, llegando a utilizarla como “Escuela de Excavaciones”. Destaca la labor de F. Ruiz consistente en el cribado de algunas tierras extraídas por buscadores de tesoros, en cuyo contexto se hallaron los fragmentos de cerámicas campaniformes, que luego han sido citados en la bibliografía (Juaneda, 1986; Rincón 1981, 1985). En el Mapa las investigaciones también fueron bastante intensivas, aunque como en el caso del Ruso I no fueron publicadas al detalle; si bien parte de los materiales procedentes de la misma han sido muy citados (Rincón , 1981, 1985). En el contexto de estas excavaciones se realizaron calicatas al menos en dos cavidades cercanas, La Mea y Ruso II, hallaron algunos materiales arqueológicos de los que no ha quedado constancia en la bibliografía. Además, se realizaron sondeos no documentados en otras cuevas, no hallaron evidencias arqueológicas a pesar de que algunas de ellas las tenían, como es el caso del Mapa VI(Muñoz et al., 1992). 

En Camargo hubo un grupo de espeleología activo en los años setenta, el Grupo de Espeleología del Valle de Camargo (G.E.V.C.) Gracias al investigador José León García pudimos acceder a las fichas de las cavidades del municipio de Camargo, manuscritas por parte de este colectivo para el Catalogo provincia de Espeleología promovido por la S.E.S.S. y dirigido por J. León. 

Este grupo catalogo 19 cavidades, en concreto: las cuevas de El MAZO (Mazo X), El Ciervo (Collado III). Lago ((Collado II), Valle (Los Murciélagos), Monte (Prado de Gabriel), Tino (Peñajorao XIV o Alto de El Peñajorao), La Benita, Bar La Chispa (Prado de Miguel), Pendo, El Juyo o Cocodrilo (Juyo I), Agua, Anfiteatro (La Cuevona), Mapa, Monte de la Verde, La Cantera, Ruso I, Ruso II (Ruso III), Mea de Arriba y La Vega (Juyon II). Las descripciones de las fichas son muy sumarias, y en general poco rigurosas, aunque ofrecen datos de incuestionable interés. Destacamos las citas a varias cavidades arqueológicas mal documentadas y cuyas descripciones permitieron en varios casos la identificación de algunas cuevas conocidas por la bibliografía, como La cueva del Collado III, en una ficha realizada por el Grupo Espeleológico de Peñacastillo S.E.A. Se cita la existencia de cerámica del Bronce y de osamentas de cabra en la cueva del Collado III, así como de cerámicas medioevales y dientes de cabra en el Prado de Gabriel, por el mismo grupo de Peñacastillo, destacando la ultima por ofrecer datos no conocidos con anterioridad. Estas fichas constatan prospecciones muy superficiales y de baja cualificación científica. No obstante, destacan las exploraciones en la cueva de La Benita, que fueron intensivas y que lograron alcanzar el fondo de la galería principal (G.E.I.S. C/R, 2000). 

Exploraciones espeleológicas del G.E.I.S. "Carballo/Raba" en Camargo 

Desde la fundación del grupo G.E.I.S. C/R , uno de los principales objetivos del grupo, quizás el más importante, fue el estudio y la exploración de las cuevas de Camargo (Bermejo et al., 1983; C.A.E.A.P., 1982, 1984; Malpelo et al., 1986; Muñoz et al., 1988), y aunque legalmente la fundación del grupo fuera en 1986, este funciono con anterioridad a esta fecha, como una sección del C.A.E.A.P., con el que siempre ha estado vinculado pero con objetivos claramente diferentes; uno orientado a la Espeleología y el otro a la Arqueología. 

Así a finales de los años setenta comenzaron las exploraciones sistemáticas en el municipio de Camargo, revisándose además la mayoría de las cuevas descubiertas previamente, en cuyo contexto fue reconocida la cueva del Mazo, que se había dado por desaparecida desde principios de los años veinte (Caballo, 1922). En esta época se reconocieron 11 cavidades. 

A primeros de los ochenta se produjo una reactivación de las exploraciones, reconociéndose un total de 71 nuevas cavidades. Se procura también la publicación de los resultados obtenidos. 

En la segunda mitad de la década de los ochenta se produjo una ralentización de las exploraciones, aunque se reconocieron 18 nuevas cavidades. Además se publico el avance al catalogo de cavidades de Camargo, donde se hace referencia a 75 grutas, la mayoría inéditas (Malpelo et al., 1986). Otras publicaciones del grupo contenían abundantes citas de cuevas de Camargo, especialmente en el capítulo de fauna cavernícola, con los arácnidos del orden Opiliones y supe familia de los Ischyropsalidoidea (Luque, 1987, 1991). También es reseñable el artículo que se publicó con el CAEAP sobre las topografías de !as cavidades arqueológicas de Cantabria, en cuya segunda zona se incluyen las cuevas arqueológicas de Camargo (Muñoz et al., 1987). Por otra parte, varios miembros del grupo publican artículos de conservación del Patrimonio (Muñoz, 1988), como el referido al impacto de las canteras (Gómez Arozamena, 1988). 

Respeto a las exploraciones efectuadas en el año 1986, sobresale la efectuada en La Cuevona de Revilla, donde se descubrió un depósito intacto de cerámicas y carbones, además de numerosos paneles de pinturas Esquemático-abstractas y algún panel de grabados (Muñoz et al., 1992). 

A principios de los noventa decrecieron notablemente las exploraciones en el territorio de Camargo, con, respecto a los años anteriores (contabilizándose solo seis nuevas cavidades). Las investigaciones se centraron en la zona kárstica de las cuevas de El Pendo y Los Covachos del Peñajorao, ya que estaba en marcha un ambicioso programa investigador centrado, precisamente, en la documentación y estudio del karst del Peñajorao (municipios de Piélagos y Camargo). Dentro de este estudio se llevaron a cabo actuaciones arqueológicas en varias cuevas (con él. Oportuno permiso de la Consejería de Cultura y Deporte): La Rasa II y IV, Peñajorao I, II, III y XXll y La Cuevona'(Morlote y Muñoz, 2000; Muñoz y Morlote, 2000). 

En 1994 se colabora con técnicos de la Universidad de León en el "Inventario Nacional de Hábitats y Taxones de interés Comunitario susceptibles de pasar a formar parte de la Red Natura  2000: Región Biogeografía Atlántica", con el objetivo prioritario de obtener una primera aproximación de la Biodiversidad Subterránea de Cantabria (Luque, 1994). A instancias de la Dirección General de Montes y Conservación de la Naturaleza del Gobierno de Cantabria, entre 1997 y 1998, se efectuaron diversas colaboraciones con el equipo del departamento del ClTlMAC de la Universidad de Cantabria, con el propósito de preparar una Lista de Lugares de Importancia Comunitaria (LICs) derivados de la Directiva 92/43/CE de Hábitats en Cantabria (Luque, 1998). 

Fruto de ello se ha obtenido una amplia relación de áreas kársticas de gran interés bioespeleológico, catorce en total (entre las que se encuentra la cueva de Los Covachos del Peñajorao) que constituyen una base de datos soporte de información relevante sobre la fauna cavernícola y los murciélagos en Cantabria (NGS, 1999). 

A nivel de publicaciones hay que mencionar las primeras exploraciones en la cueva de Los Covachos del Peñajorao, y el estudio fenológico sobre la fauna opilionológica de Cantabria, ambos trabajos publicados en el V Congreso Nacional de Espeleología de Camargo-Santander (Muñoz et al., 1992; Luque, 1992). También es relevante la publicación de la Carta Arqueológica de Camargo (Muñoz et al., 1992), en colaboración con el C.A.E.A.P., donde se recogen muchas de las cavidades con interés arqueológico. Asimismo, se publican en colaboración con el C.A.E.A.P., diversos artículos de cavidades arqueológicas, destacando el referido a las cavidades sepulcrales de Cantabria, en el VI Congreso Español de Espeleología de La Coruña, donde se incluyen muchas de las cavidades sepulcrales de Camargo (Muñoz y Malpelo, 1993). 

A finales de los años noventa y mediados de 2002, con el propósito de concluir las investigaciones y la publicación de las cuevas de Camargo, se catalogan gran número de cavidades, publicándose  La Benita (G.E.I.S. C/R, 2000). Además, junto al grupo inglés de "Expedition to Matienzo" se completa enormemente la topografía del acuífero kárstico de Los Covachos del Peñajorao (Luque et al., 1997; Luque, 2001 a), consiguiendo una de las mayores cavidades -con sus más de 11,5 km de recorrido (sin finalizar las labores topográficas)- próximas al litoral cantábrico peninsular (León García, 1997; Puch, 1997). Por otra parte, los compañeros geólogos Francisco Fernández Ortega y Mª Carmen Valls Uriol publican un selecto y lujoso libro fotográfico de las cuevas de Cantabria, entre las que se encuentra la cueva de Los Covachos del Peñajorao (Fernández y Valls, 1998). 

Por esas mismas fechas también se colabora con el Grupo de Espeleología Bathynellidae de Madrid, prospectando dicha cueva junto a los compañeros Carlos Puch, Ana l. Camacho y Fidel Molinero. 

La aparición del conjunto de pinturas paleolíticas de la cueva de El Pendo, en 1997, cuyo descubrimiento fue protagonizado por miembros del G.E.I.S. C/R en colaboración con técnicos del Museo Altamira (Montes et al., 1998; Montes y Sanguino, 2001), obligo a continuar los estudios espeleológicos- y aun hoy continúan- en toda la zona arqueológica natural de las cuevas de El Pendo y Los Covachos del Peñajorao (Luque, 2001a). También es reseñable el trabajo publicado sobre la Biodiversidad Subterránea de Cantabria, que recoge casi un centenar de endemismos estrictamente cavernícolas y donde se resalta la singularidad del karst de Camargo por la profusión de especies nuevas para la Ciencia (Luque, 2001b). 

Resumiendo, las investigaciones espeleológicas del G.E.I.S. C/R en Camargo, comenzadas a finales de los setenta hasta la actualidad, han conseguido importantes resultados con el reconocimiento de más de dos centenares largos de cavidades, donde han participado 16 miembros del grupo: Emilio Muñoz Fernández, Alejandro Bermejo Castrillo, Víctor M. Crespo Lastra, Carmen San Miguel Llamosas, Carlos González Luque, Jesús Gómez Arozamena, Belén Malpelo García, Mariano Serna Ganseado, Daniel Prelacía García, Luis Manuel Díaz Ceballos, José Manuel Morlote Expósito, Ramón Crespo Lastra, Ángeles Valle Gómez, Ricardo Prieto Herrera, Peter N. Smith y Jesús D. Salmon Daza. 

Asimismo, han participado en la ardua tarea de catalogación y procesado, diferentes entusiastas y colaboradores, miembros y/o ex miembros del Grupo: Ramón Tausia Ruiz, José Manuel Ayllon García, Patricia López Val, José Mª Platas Fernández, Javier Serna Sánchez, Andrés Cabezas Ruiz, David Fernández Ruiz, Jesús Ruiz Cobo, Alfonso Barquín Ruiz y los compañeros ingleses Phil Papard, Juan Corrin, Peter T. Eagan, Liz Cowle y Steve Openshaw. 

Bibliografia 
2002 Varios autores "Catalogo de Cavidades del Municipio de Camargo. Actuaciones Espeleologicas 1986-2002."